A partir del 1 de enero de 2026, más de 200.000 vehículos empadronados en Madrid quedarán vetados para siempre en su propia ciudad. No por avería, no por robo, sino por una etiqueta que nunca tuvieron: la ambiental de la DGT. Coches de gasolina anteriores al 2000, diésel antes del 2006. Coches que aún funcionan, que han llevado a hijos al colegio, a abuelos al médico, a turnos de noche en fábricas y hospitales. Coches que, para miles de familias, son la única herramienta de supervivencia diaria.En barrios como Villaverde, Puente de Vallecas, Usera o Carabanchel, donde el 35% de estos vehículos sin etiqueta están empadronados, la medida no es una "oportunidad verde".
Es una sentencia. Aquí, el salario medio apenas roza los 1.200 euros al mes. Cambiar de coche no es una opción: es una quim, una quimera. Un utilitario diésel de 2010, con etiqueta C, cuesta en el mercado de segunda mano entre 6.000 y 9.000 euros. Con los 1.000 euros de ayuda municipal por chatarrización, apenas alcanza para la entrada. Y eso, si tienes ahorros. Si no, ni eso.Muchos de estos conductores no viven en el centro. Viven en la periferia, donde el metro no llega a tiempo, donde el autobús pasa cada 40 minutos, donde el Cercanías está saturado. Su coche no es un capricho: es el medio para llegar al trabajo en Alcorcón, en Getafe, en Leganés. Sin él, pierden el empleo. Con multa de 200 euros (100 si pagas rápido).