Si alguien quiere aprender cómo no gestionar un servicio de vending, solo tiene que darse una vuelta por las instalaciones de Peguform Polinyà y admirar la obra maestra que está realizando la empresa Café Gra.
Las máquinas de café, cuando funcionan (lo cual ya es motivo de celebración), ofrecen una bebida que más que café parece una experiencia sensorial… pero de las que uno preferiría olvidar. Las averías son tan frecuentes que ya forman parte del paisaje industrial, y la reparación, por lo visto, es un concepto místico que nadie ha logrado comprender del todo.
El servicio de reposición diaria es, al parecer, una leyenda urbana: nadie lo ha visto nunca, pero todos han oído hablar de él. Las máquinas de snacks, por su parte, están medio vacías, y cuando por fin te decides a tentar a la suerte con una moneda, el producto suele quedarse atrapado en los serpentines, observándote con sarcasmo desde el cristal.
Y todo esto, claro está, con el beneplácito de la propia Peguform Polinyà, que lejos de exigir un servicio digno a su proveedor, parece perfectamente conforme con esta comedia de errores. Al fin y al cabo, ¿para qué mejorar si la paciencia de los trabajadores parece infinita?
Sobre el suministro de agua, mejor ni entrar en detalles. Consejo práctico: trae tu botella de casa y evítate disgustos.
En resumen, el servicio de Café Gra en Peguform Polinyà es un ejemplo perfecto de cómo la desidia y la falta de exigencia pueden convertir algo tan simple como tomarse un café en una aventura de supervivencia.