Los aranceles a China muestran la impotencia de una parte de la industria del automóvil Europa, o mejor dicho, el proteccionismo de quien no tiene nada que perder especialmente grave en aquel país, mientras otra parte de la industria, la alemana, considera legíticamente que la medida de los aranceles va a traer más perjuicio a sus marcas y economías.
El problema no son los coches eléctricos chinos que vienen a Europa: Antes llegaron los japoneses y los coreanos. El problema más importante es la pérdida de mercado de la industria Europea en China, o sea, justo al revés, un revés mucho más serio que el mundo hacia la electrificación y el cambio de economía y políticas en China ha puesto al descubierto, con un gravísimo perjuicio a la industria alemana, la más expuesta allí.
Ahora, con aranceles a China, los chinos podrían devolverla igual a los europeos, lo que puede suponer medidas muy dolorosas en Europa para la industria, incluso en el corto plazo.