El País (24-Agosto-2014).
Tras un lustro desastroso, la industria automovilística española sacaba pecho en la segunda mitad de 2013. Todo parecía indicar que se había tocado fondo y las vacas flacas dejaban paso a sus hermanas algo más rollizas. Se habían hecho los deberes y empezaban a recogerse los frutos. Ajustes importantes en las plantillas, aumento considerable de la flexibilidad laboral y significativas reducciones salariales salvaron incluso algunas plantas sobre las que se cernían negras amenazas. Pero la producción seguía excesivamente volcada en las ventas fuera de nuestras fronteras. En algunos casos se exportaba más del 90% de lo que se fabricaba. Y llegaron los planes de ayuda a la compra. PREVER, RENOVE y el más reciente PIVE, que va por su sexta edición y que parece haber desempeñado un papel importante en la recuperación del mercado nacional, además de contribuir a la renovación de uno de los parques de automóviles más viejos de Europa.
Según la secretaria general de Industria, Begoña Cristeto, estos planes no sólo "han sido muy importantes para el mantenimiento de una actividad mínima en los años difíciles en un sector que empieza dar ahora señales de recuperación, con las matriculaciones creciendo un 17% en el primer semestre de este año", sino que "suponen quitar de nuestras carreteras unos automóviles muy envejecidos, con una media de edad del vehículo achatarrado de en torno a los 16 años".
Hay un sentimiento generalizado acerca de la importancia de estas ayudas por parte de los representantes de todas las asociaciones empresariales del sector, aunque no hay que olvidar tampoco, como señala Francisco Roger, socio de la consultora KPMG, que "en este mercado, el factor clave es la confianza en la economía. Más importante que el dinero de que dispongas en este momento son las expectativas de futuro. Por muchos PIVE que hubiera, no se estaría registrando el volumen de matriculación actual si no estuviera mejorando de manera clara la confianza del consumidor". Se trata, sin duda, de un círculo virtuoso, ya que se beneficia de la confianza que genera el incremento del consumo privado que se registra en los últimos meses y al que contribuye, a su vez, de una manera notable.
Las cifras de los siete primeros meses del año son más que halagüeñas y, desde luego, superan con creces las previsiones realizadas en los momentos más duros de la crisis. Los 538.166 automóviles vendidos no sólo suponen un 16,6% de aumento respecto al mismo periodo del año pasado, sino que acercan considerablemente la posibilidad de alcanzar las 850.000 unidades previstas para todo 2014 y marca el camino para llegar en los próximos ejercicios a unas ventas entre 1,1 y 1,2 millones de vehículos, los parámetros de consenso para establecer el tamaño del mercado español en condiciones de normalidad económica. Según la consultora Nielsen, el 31% de los españoles planea adquirir un coche nuevo.
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La Industria del motor en España. |
Por su parte, los vehículos industriales y comerciales han registrado también un importante tirón, con un incremento de las matriculaciones del 30,2% entre enero y julio. Una cifra superada incluso por los comerciales, con un 36,8% de aumento en ese mismo periodo.